09 mayo 2009

El Ávila y los incendios forestales

El Ávila además de ser el pulmón de Caracas, es un parque nacional; un área que protege ecosistemas relevantes y únicos, los cuales no han sido alterados enteramente por el hombre. Todo ecosistema o escenario natural cumple un papel importante como fuente de recursos vitales, entre ellos el agua; también como fuente de actividades educativas, de investigación científica, de esparcimiento ecoturístico y de equilibrio ambiental. Es un privilegio y un compromiso tener en nuestro ámbito inmediato un parque nacional que, además de ser un atractivo turístico por su belleza escénica, nos libra del riesgo de convivir en un gran desierto. El Parque Nacional El Ávila ha sido víctima de incendios que han devastado decenas de hectáreas de vegetación y han afectado al pulmón de Caracas. Por lo general, los incendios se extienden por varios días, hasta que se extinguen por sí solos o son controlados por los bomberos forestales.

¿Cuánto puede tardar la montaña, de forma natural, para recuperar su verdor vegetal? En opinión del Biólogo Diego Díaz Martín (2008), Presidente de VITALIS y Jefe del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Metropolitana, "la recuperación de un bosque silvestre puede tardar entre 10 y 70 años, dependiendo de su conformación físico-natural", ya que los incendios forestales traen consigo consecuencias como "la destrucción de la fauna y la flora y su hábitat natural, empobrecimiento y erosión de los suelos, interrupción de los ciclos del agua y del oxígeno, con la correspondiente pérdida de agua para el consumo humano, contaminación atmosférica producto de las fuertes emanaciones, destrucción de la belleza del paisaje y hasta el recalentamiento de la atmósfera por su contribución al incremento del efecto invernadero". (VITALIS, 2008).

¿Quiénes colaboran para combatir los incendios en El Ávila? Sin duda, cualquier persona que observe un incendio en El Ávila se siente deprimida y preocupada. Ante esta calamidad, surgen iniciativas de ciudadanos voluntarios, organizaciones no gubernamentales, entes oficiales y privados que buscan darle una mano a la querida y simbólica montaña. Adicional a la labor institucional, es encomiable la tarea voluntaria emprendida por excursionistas, visitantes y pobladores de El Ávila, quienes arriesgan sus vidas cuando salen a defender el Parque. Sin embargo, todos los años sucede lo mismo; en época de sequía el fuego voraz arde en las faldas de El Ávila. No siempre nos enteramos si fue un incendio espontáneo o provocado. Por lo general, los incendios se producen por la acción directa o indirecta de personas irresponsables. Una fogata, una colilla de cigarro, vidrios y desechos dejados por visitantes o excursionistas inconscientes en lugares secos, son las principales causas de las llamas.

La Dirección de Programas Especiales de INPARQUES hace énfasis en el desarrollo de programas educativos como el Plan de Acción Guaraira Ripano, el cual contempla la unificación de diversos sectores (Guardia Nacional, alcaldías, Bomberos Metropolitanos, Bomberos del Este, Ministerio de Educación, grupos ambientalistas organizados, escuelas y voluntarios) para desarrollar acciones permanentes que contribuyan a combatir incendios, llevar a cabo jornadas de reforestación y saneamiento, y consolidar la participación ciudadana. Además, el citado Plan incluye otros programas educativos: El Ávila va a la escuela, La Universidad y El Parque, Programa de extensión comunitaria (en las comunidades autóctonas de Galipán, Hoyo de la Cumbre y el Corozo) y Programa "Guarda Parquitos". Dichos programas son desarrollados con el aporte de voluntarios y con la Guardia Nacional. Por otra parte, funciona un comando integrado por representantes de la Guardia Nacional, Defensa Civil, INPARQUES y el Ministerio del Ambiente, con la misión de ejercer la guardería ambiental, a partir de un Plan Nacional Unificado para la Prevención y Combate de Incendios Forestales. Este plan hace énfasis en la prevención y sugiere cuatro áreas básicas de atención: Equipamiento, infraestructura, capacitación y divulgación. Como parte del mencionado plan, han sido ofrecidos cursos de capacitación contra incendios para guardaparques y bomberos, en el sector Los Venados, cuyos participantes son a la vez instructores de compañeros que laboran en otros parques nacionales del país.

¿Qué podemos hacer para proteger el Parque Nacional El Ávila? Ante todo, debemos convertirnos en admiradores y protectores del parque, valorando su fauna, su relieve, su clima y su vegetación que nos provee de aire limpio y fresco.
Para prevenir incendios forestales en los Parques Nacionales se recomienda, además de restringir el acceso, se propone cumplir la normativa de INPARQUES que tiene el fin de conservarlo:
1. Notificar al guardaparques cualquier situación irregular que pueda ocasionar un incendio.
2. Encender fogatas sólo en los sitios permitidos, lejos de la vegetación.
3. No ensuciar el parque con desperdicios o basura (botella, latas, papeles), pues además de contaminar la zona, podrían actuar como desencadenantes del fuego.
4. No quemar basura, sino traerla siempre de vuelta para depositarla en los contenedores.
5. No lanzar colillas de cigarrillos a la vegetación.
6. No arriesgarse a combatir un incendio, si no es especialista.
7. Reportar un incendio, asegurándose de tener a mano la locación exacta, referencia de poblados cercanos, y un número de teléfono donde las autoridades puedan ubicarle.
8. Colaborar con campañas de limpieza y reforestación.
9. Resguardar los manantiales o nacientes de agua, las quebradas y los ríos.

¿Qué se espera de las autoridades? Adicional a las recomendaciones para los visitantes y pobladores del Parque Nacional, es indispensable que las autoridades del Ministerio del Ambiente y de INPARQUES garanticen acciones como:
1. Desarrollo de campañas educativas de concientización y prevención que perduren en el tiempo.
2. Control de la economía informal en los ascensos hacia los puestos de guardaparques, o incluso a lo largo de sus caminerías.
3. Mantenimiento preventivo de la maleza de mediano tamaño a lo largo de la carretera, para evitar que las posibles llamas se extiendan de hacia la montaña.
4. Control y desarrollo de jornada de limpieza que evite los 'cementerios de carros', partes mecánicas y de latonería de vehículos, posiblemente robados y abandonados en el lugar tras su desmantelamiento, lo que forma parte de un desolador escenario natural.
5. Adecuada dotación de trajes, botas, cascos, protectores y mascarillas a los guardaparques y operarios; con condiciones de trabajo confortables (electricidad, agua potable, teléfonos, radios, sueldos dignos, cestatickets y otras reivindicaciones) que les permitan laborar con eficiencia, entusiasmo y mística.
6. Dotación de equipos bomberiles modernos, suficientes y adecuados a la topografía de El Ávila, que posean sistema de rociado desde el aire por un helicóptero, así como suficientes equipos contra incendios tales como: Unidades de Combate de Incendios y Apoyo Hídrico (UCD) o camionetas doble tracción con implementos de trabajo (apagafuegos, aspersoras de agua portátiles, rastrillos forestales, bastidores, camillas tipo cesta para trabajo helitáctico y tipo tabla para inmovilización, mangueras o mangas 'lloronas', tanque de agua de mil litros, motobomba de alta presión, motobomba de repuesto y mangueras de 30 metros de largo).
7. Limpieza periódica de los cortafuegos.
8. Disponer de recursos para planificar y ejecutar la recuperación de las zonas afectadas dentro de los Parques Nacionales.
9. Incremento del número y la preparación de las brigadas de rescate, los bomberos metropolitanos, la Guardia Nacional asignados a las labores contra incendios.
10. Mejoramiento de los sistemas de detección y control de incendios.
11. Combate de las 'fumarolas' que son potenciales reiniciadoras del fuego ya apagado, y suelen quedar activas bajo tierra a pesar del trabajo de refrescamiento del terreno.
12. Desarrollo constante de campañas de arborización y reforestación.

¿Cuáles restricciones son aplicadas en los Parques Nacionales? Los guardaparques tienen la instrucción de retener y/o incautar sustancias, objetos, materiales que pueden ser considerados como elementos acelerantes de incendios forestales tales como: cigarrillos, fósforos, yesqueros, velas y velones, entre otros.
Adicionalmente, en épocas de sequía se aplican medidas que restringen la entrada a algunos sectores del Parque nacional a fin de controlar y evitar la proliferación de incendios forestales.
La Ley Penal del Ambiente (1992) establece prisión de uno a seis años y multa de mil a seis mil días de salario mínimo para aquellos particulares o personas jurídicas que provoquen un incendio en selvas, bosques o cualquier área cubierta de vegetación natural (artículo 50). Si a esto se agrega que tales delitos se cometen dentro de Áreas Protegidas como el Parque Nacional El Ávila, la pena será aumentada hasta la mitad y de acuerdo a la gravedad del daño, se podrá incrementar la sanción hasta las dos terceras partes". Así, un particular pudiera recibir una multa de millones de bolívares, o ser privado de su libertad hasta por 10 años. (VITALIS, 2008).
NOTAS:
1. Para ofrecer servicio voluntario, enviar comunicación a la Dirección General Sectorial de Parques Nacionales, Av. Rómulo Gallegos. Santa Eduvigis. Caracas, Edo. Miranda. Fax: (0212) 285 3070. O también escribir a: mblanco@analitica.com
2. Para denunciar un incendio o solicitar ayuda en El Ávila, llamar al Comando de Pajaritos 0212-2615107 ; a Los Venados 0212-8600690; al 800-Avila (28458); a Telcel *911; o a Movilnet *1.
Fuentes consultadas
VITALIS (2008). Incendio en El Ávila [Información en línea]. Disponible: http://www.vitalis.net/actualidad800.htm [Consulta: majo 09, 2009]

04 mayo 2009

Localización del Parque Nacional El Ávila

El conjunto montañoso que se conoce como Parque Nacional El Ávila forma parte del sistema de la Cordillera de la Costa, la cual se halla hacia la parte costera centro-norte de Venezuela, en América del Sur. Las sinuosas elevaciones del Parque Nacional El Ávila ocupan parte de los territorios del Estado Vargas, el Distrito Federal y el estado Miranda. Sus vertientes Norte y Sur confluyen hacia el inmenso cenit, formando una barrera a la entrada de la América del Sur, como símbolo de protección de una nación dispuesta a preservar su montaña más emblemática y simbólica.
El sistema montañoso del parque nacional se yergue como una mole maciza y frondosa, con cientos de bifurcaciones, estrías y crestas, que se interponen entre los valles de la gran ciudad capital de Caracas y la franja litoral central del estado Vargas. Su lindero norte, de cara al litoral bañado por el Mar Caribe, se extiende sobre la cota de 120 metros sobre el nivel del mar, y su lindero sur, frente a Caracas, a lo largo de la cota 1.000 sobre el nivel del mar, se extiende desde la quebrada de Tacagua en el Distrito Federal hasta la población de Guatire en el Estado Miranda.
La silueta de la grandiosa montaña -Ávila para unos, Guaraira-Repano para otros- con una longitud de más de 80 Km y unos 16 Km de ancho, representa un pulmón vegetal que ha sido testigo del devenir de aventureros, conquistadores y fundadores españoles, caciques y etnias indígenas, campesinos, exploradores, investigadores, piratas y viajeros, citadinos, artistas, turistas y visitantes, nacionales y extranjeros.
Ante los embates y destrozos de que ha sido objeto El Ávila desde inicios del siglo XX, hoy surgen voces que proclaman su defensa y preservación, dirigidas a conservar su reserva ecológica, sus tesoros paisajísticos, su patrimonio histórico-cultural, su equilibrio geológico y geográfico.

07 abril 2009

Algunos datos sobre el Parque Nacional El Ávila


Inicialmente, el Parque Nacional El Ávila aprobado el 12 de diciembre de 1958, según Decreto N° 473, tenía una superficie de 66.192 hectáreas. El 25 de marzo de 1974, el área del Parque fue ampliada, por Decreto N° 30.408, a una extensión de 85.192 hectáreas. El Parque Nacional El Ávila está conformado por una serranía de montañas ubicadas en la parte centro-norte de Venezuela, entre el Valle de Caracas y el Mar Caribe. El punto más alto del conjunto montañoso es el Pico Naiguatá con una altura de 2.765 metros sobre el nivel del mar. Otros picos son: Topo Galindo (2.550), Pico Oriental (2.640), Pico Occidental (2.478), Pico Ávila, (2.250), Topo Infiernito (1.945), La Cumbre (1.550). Se calcula que su origen geológico data del Eoceno, un período relativamente reciente, equivalente a unos 40 a 65 millones de años. El Ávila sirve de asiento a varios poblados autóctonos que ya existían cuando fue decretado Parque Nacional. Ellos son: Galipán, Hoyo de la Cumbre y El Corozo. Además, existen otras comunidades agrícolas, ubicadas en zonas de uso especial, posterior al decreto 473. Estas son: Culebrillas, Santa Rosa Padrón, Sanchorquiz.

04 abril 2009

Origen de la denominación El Ávila

Los habitantes originales del valle, al pie de la montaña, fueron los indios Caracas, de la familia Caribe, ubicados hacia la parte central; al oeste estaban los Toromaimas, al suroeste los Teques; al este y al sur se ubicaban los Mariches y los Chagaragotos o Guarenas. Por ello, muchos historiadores identifican la zona como valle de los Toromaimas.

Sobre el origen de la denominación de la montaña hay varias versiones. Por una parte, se afirma que los indios Caracas llamaron Guaraira Repano o "Sierra Grande", a la Cordillera de la Costa, tal como lo acuñó el gobernador español Juan Pimentel. Hay quienes señalan que Guaraira Repano traduce "la ola que vino de lejos", en atención a la leyenda indígena según la cual ante una ola inmensa que caía sobre el valle de Caracas, los indios toromaimas pidieron a Guaira, su dios de las aguas, que la detuviera. Guaira petrificó la ola y así surgió la montaña al norte de Caracas.

Otra versión indica que el vocablo correcto es Wariarepano que significa "danta". Según Manara (1998, el mismo Henry Pittier, citado por William Beebe en su libro High Jungle, a mediados del siglo XX refería haber escuchado de la boca de un anciano que las montañas que bordeaban a Caracas estaban cubiertas de densos bosques, mientras no muy lejos, en los ríos, había dantas. Estos testimonios son decisivos para comprender el significado del nombre que le daban los indios Caracas a la Cordillera de la Costa, Wariarepano o Wairarepano. En efecto, no existe en caribe el término "guaraira", ni tampoco "repano". Lo que sí existe es warare, wariare, wariaret, formas locales para designar la "gran bestia", es decir, la danta, y el sufijo colectivo -pano, equivalente a las terminaciones castellanas -ero, -ar, -al (hormiguero, palmar, cambural). Entonces, Wariarepano es lo mismo que "Dantal", palabra de formación análoga a la de designaciones indígenas, como Carúpano, o lugar donde hay matas de caro o de caruto, Tucusipano, es decir Tucusital o Lugar de tucusitos…

En efecto, no existe en caribe el término "guaraira", ni tampoco "repano". Lo que sí existe es warare, wariare, wariaret, formas locales para designar la "gran bestia", es decir, la danta, y el sufijo colectivo -pano, equivalente a las terminaciones castellanas -ero, -ar, -al (hormiguero, palmar, cambural). Entonces, Wariarepano es lo mismo que "Dantal", palabra de formación análoga a la de designaciones indígenas, como Carúpano, o lugar donde hay matas de caro o de caruto, Tucusipano, es decir Tucusital o Lugar de tucusitos…

En todo caso, después que Diego de Lozada funda a Santiago de León, en 1567, la denominación original dada por los indígenas a la montaña fue asumida como “la sierra”. Durante los años subsiguientes a la fundación de la ciudad, el nombre original fue quedando en el olvido y fue sustituida por la de Ávila. Esto se debió a que el sector comprendido entre el cerro de Papelón y la Quebrada de Chacaito, hasta la cumbre "donde se avista el mar", pertenecía en 1575 al Alférez Mayor de Campo Gabriel de Ávila. Este español fue uno de los que acompañó a don Diego de Lozada durante la fundación de Caracas. Fue alcalde ordinario de la ciudad en 1573 y compró o se le otorgó un lote de tierras, sobre el área conquistada, en las faldas del cerro, donde cultivó trigo. Por ser el producto de buena calidad fue acuñando la fama del trigo que se cultivaba en la sierra de Ávila. Posteriormente la propiedad pasa a Juan Álvarez de Ávila. Al morir éste en 1795, su hijo Domingo de Ávila heredó "el potrero y la serranía del cerro de Ávila", lo cual vendería luego a Juan Manuel Matamoros y a su hermano Fernando Antonio de Ávila. Es ésta la razón por la cual la gente identificaba las posesiones de la referida familia como el "cerro de Ávila".